Tratamiento térmico consistente en un calentamiento hasta la temperatura de temple, mantenimiento a dicha temperatura y enfriamiento rápido hasta temperatura ambiente, de forma que superemos la velocidad crítica de temple del metal. El medio de enfriamiento que más se usa es el agua porque es el más efectivo, pero también se puede utilizar aceite o aire.

El temple hace que la solución sólida quede saturada a temperatura ambiente y el objetivo de este tratamiento térmico es endurecer el material y aumentar su resistencia.

 Siempre hay que tener en cuenta las tensiones residuales originadas por el enfriamiento brusco, que tienen su origen en el gradiente térmico existente entre las diferentes capas del material durante el enfriamiento. Estas tensiones residuales son perjudiciales para el material y pueden ser eliminadas posteriormente mediante la acción de otro tratamiento térmico como es, por ejemplo, el recocido.