“¡Hay que esconder el botín!”
Los volúmenes de capital que mueven los paraísos fiscales o territorios offshore son inmensos, cantidades inimaginables para el común de los mortales: Liechtenstein, país de 35.000 habitantes, tiene radicadas 70.000 fundaciones y depósitos por valor de 110.000 millones de euros; las Islas Caimán tienen 30.000 habitantes, 420 bancos, 70.000 sociedades y 420.000 millones de euros; las Islas Vírgenes, 22.000 habitantes y 500.000 empresas extranjeras; Gibraltar, 30.000 habitantes y 70.000 sociedades; Luxemburgo, 12.000 sociedades, 210 bancos y activos por valor de 600.000 millones de euros. Según la OCDE, los paraísos fiscales tienen entre 5 y 7 billones de euros, aunque esta cifra es probablemente bastante mayor.
Una gran parte del fraude fiscal se articula a través de paraísos fiscales. La cifra de evasión fiscal es de 70.000 millones anuales en España. Como la prescripción de este tipo de delitos es de cuatro años, hay 280.000 millones de euros que se deben al estado en impuestos tributarios. Es cierto que no toda evasión de impuestos se hace mediante paraísos fiscales, pero son una herramienta que evidentemente ayuda a la persecución de los objetivos de las personas que buscan no pagar impuestos, recayendo gran peso de la financiación del estado en las personas honestas que sí pagan sus impuestos.